¿Qué es una caldera de condensación?

Una caldera de condensación es una mejora de un sistema de caldera normal, como puede ser un supercargador para el motor de un coche, o el sistema turbo. La utilización de calderas de condensación permite recuperar una parte muy grande de ese calor latente, lo que reduce considerablemente la temperatura de los gases de combustión bajándose hasta valores del orden del 45°C o inferiores, limitando así las emisiones de gases contaminantes.

Para que una caldera de condensación trabaje al máximo rendimiento, la temperatura del agua de retorno tendrá que ser más baja que la temperatura de rocío de los humos. Por ello, el sistema de calefacción más adecuado para su aprovechamiento es el de suelo radiante, aunque también se mejore el rendimiento respecto al de una caldera tradicional en un circuito de radiadores.

El mayor problema que se presenta en el diseño de estas calderas, es el de la posible corrosión que puede sufrir el intercambiador al entrar en contacto con los ácidos producidos en la condensación, es por ello que en su fabricación se emplean materiales como el aluminio o el acero inoxidable. Además, debemos tener en cuenta que hemos de conectar la salida de condensados a un desagüe en el que estos deberían ser tratados antes de enviarlos a la red de alcantarillado.

Asimismo, los productos de combustión al momento de estar fuera de la cámara de combustión, permiten el calor al agua de la caldera. En el caso de los humos, se producen por el calor que se desprecia por los productos de combustión, los mismos que salen por la chimenea, los cuales se componen de pérdidas de calor sensible que dependen exclusivamente de la temperatura que presente los humos, un porcentaje de CO2, pérdidas por productos del carbono no quemado y pérdidas por disposición, donde se produce calor mediante los periodos de paro de la caldera.

Posteriormente, los humos salen a temperaturas entre 30-100° C lo que provoca que el ventilador genere una presión suficiente, que permita superar el conducto de humos. Por esta razón, los conductos deben estar diseñados mediante materiales óptimos para que puedan resistir a la acción que ejercen los condensados.

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