Cómo rehabilitar fachadas protegidas

Un problema típico de la construcción es la intervención sobre una fachada existente que tiene elementos que conservar. En este momento, cualquier empresa de reformas tiene que ir de la mano de un técnico para acometer las obras. La mejora de la envolvente térmica, no es incompatible con la conservación del patrimonio y la arquitectura tradicional. Simplemente hay que mantener las características fundamentales como los acabados, manteniendo un entorno que pueda conservar su esencia, mientras se interviene con aislamientos por el interior y mejor acristalamiento, realizando así obras de conservación y mantenimiento de las fachadas.

La rehabilitación de fachadas de edificios en los cascos antiguos de las ciudades son el claro ejemplo de las obras de conservación de la esencia de las ciudades. En el caso de la mayoría de las ciudades con origen romano o medieval, estas están construidas con muros de mampostería de piedra, cuyas fachadas han llegado desde su época hasta nuestro tiempo. Los trabajos de mantenimiento de la piedra empiezan con el mantenimiento básico de limpieza, lo que incluye repasar las juntas para que no haya entrada de aire la sustitución de los elementos perecederos como maderas y metales y la conservación de las cubiertas y los canalones que conservan tanto el interior del edificio como su fachada.

Para aislar una fachada protegida se debe empezar por la cara interior de la fachada. Esta cara interior será objeto de paso de instalaciones además de ser la ubicación perfecta para elementos de ocultación como estores y cortinas. Se debe intentar mantener la fachada lo más intacta posible, tanto por el exterior como por el interior. Por esto, lo más razonable es colocar un trasdosado autoportante (en ningún caso directo o atornillado a la cara interior de la fachada). Si lo separamos unos centímetros de la fachada podremos colocar mayor aislamiento térmico. Con una subestructura como las de los sistemas de cartón yeso podemos tener espacio suficiente como para aislar con todo el espesor que se nos permita, por el que se pueden pasar las instalaciones y tener las cajas para los enchufes e interruptores, incluso para empotrar luminarias.

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